miércoles, 9 de noviembre de 2011

SIETE MIL MILLONES


Hola:

Adjunto mi artículo semanal en "El Sol del Bajío" donde mensiono a los Leones.
La semana próxima les informo sobre la Conferencia Inter Americana de la Oncocercosis (IACO por sus siglas en Inglés)
Saludos
Florencio Cabrera C.
LCIF/SightFirst DMB


“Nadie tiene derecho a la existencia si no ha puesto su cubierto en el banquete de la vida”
Malthus
FLORENCIO CABRERA COELLO

El arte, la doctrina u opinión referente al gobierno de un Pueblo o de los Estados que conforman el mapa geográfico del planeta es tan antiguo como la humanidad. Es lo que se llama política. Son principios y habilidades que deberían ser la pauta del hombre para dirigir en armonía a un pueblo, prodigando o facilitando los recursos necesarios para la subsistencia, el bienestar y  la prosperidad. Principios que en muchas ocasiones se desvirtúan cuando la política deja de ser un fin noble. Primero yo, primero mi partido y luego mis gobernados… ambiciones censurables.
El hombre por naturaleza es social, político y religioso. Bien administrados, estos tres enclaves se entretejen para fortalecer la convivencia pacífica. En los últimos años hemos visto la caída de dictadores, el último fue el tirano de Libia donde se conjugaron intereses económicos que protegían una dictadura que proveía petróleo a los fuertes del mundo occidental. Llegó el momento de no ser útil y había que provocar la irritación del pueblo para destruir al arbitrario dirigente, lo mismo sucedió en Irak. Lo que no se dice es que en ambos países, esos líderes también dejaron un legado positivo.
En acorde al crecimiento de la población mundial y por consecuencia al aumento de la demanda de insumos necesarios para el sustento de los que habitamos esta, relativamente cada vez más pequeña aldea llamada planeta tierra, fragua problemas en la economía donde todos dependemos de todos que, siguiendo el principio animal, el más fuerte doblega al débil.
El economista inglés Thomas Robert Malthus  (1766-1834) vivió cuando más patentes eran las tristes condiciones en que, debido a las circunstancias creadas a causa de la revolución industrial, tuvo que desenvolverse el proletariado inglés. Preocupado por el futuro de la humanidad, este clérigo de la Iglesia Anglicana veía como causa de la miseria el injusto reparto de los bienes, sosteniendo que la raíz del mal era el crecimiento ilimitado de la población. Propuso la teoría sobre que la población tiende a crecer en una progresión geométrica mientras las subsistencias crecen en progresión aritmética. El tiempo demostró que no era así. Sin embargo, los principios que inspiraron su teoría se han actualizado en particular en países como el nuestro, donde la creciente desigualdad entre un puñado de privilegiados que exhiben enorme poder y capital  favorecidos por políticas públicas en que solo se fijan en prodigar trabajo con el mínimo de ingreso y lo indispensable para comer y vivir con extrema modestia.  
En cierto modo, Malthus tenía razón. Aunque no preveía que la ciencia iba a ampliar métodos que aumentan la producción de insumos necesarios para la subsistencia entre los que se encuentra la producción de alimentos genéticamente mejorados, resistentes a excesos sea de humedad o sequía, menos propicios a que les afecten enfermedades por hongos o sean destruidos por insectos nocivos.  Sí, me refiero a los injustamente criticados transgénicos que son una solución a la creciente demanda de alimentos. Solo baste darse una asomada a los países de África, donde el trabajo humanitario del Centro Carter (de donde copió Fox su Centro en San Cristóbal) y los Clubes de Leones trabajamos intensamente en mejorar condiciones de salud y alimentación.
Por otro lado, Darwin basó su teoría de la selección natural en las ideas de Malthus, puesto que si la población aumenta más rápido que el alimento, habrá una competencia por ello y el más apto o fuerte sobrevive y el más débil muere. ¿Alguna semejanza con la realidad actual?
En nuestro ámbito, por más que se presuma la llegada de grandes empresas armadoras, duele decirlo: no somos más que un país maquilador. Se cumple la ley del más fuerte y no tenemos políticas para dejar de ser peones de otros  y convertirnos en dueños o patrones.
Razonando el crecimiento como problema demográfico debemos aceptar que también es resultado de una paternidad irresponsable avivada por opiniones irracionales que reprueban el control de la fertilidad responsable, informada y segura que se hace evidente en los pueblos de bajo nivel sociocultural, los más pobres. Según estimaciones de expertos, al inicio de la era cristiana la población mundial era de 250 millones de habitantes. En 1810 éramos un mil millones de pobladores y hace unos días nos informan que llegamos a siete mil millones de moradores. Siguiendo este ritmo, muy pronto lo lamentaremos. El espacio del planeta tiene límites. Las políticas y las guerras son, además de ambiciones perversas, por el aprovechamiento de lo que comemos. Si no tomamos medidas oportunas en el futuro guerrearemos por el agua.

Dr. FCC.  3 de Nov. 2011

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